jueves, 31 de julio de 2008

El Bailarín


Anatomía plácida del junco

descansando en la danza

urdimbre de las hojas

reflejando la mente

solitario el sonido

se posesiona

del vacío

y crea espacio

inmutable el camino

recibe innumerables pies

sólido el corazón

es el soporte

lejano el anhelo

como hijo pródigo

amante el retorno

enciende el fuego

y la barbarie escapa

al abismo

porque llegó el bailarín

el de los pies de seda

el que baila como un látigo

de luz.

domingo, 27 de julio de 2008

la forma brotando


La maratónica cifra

de lo hallado

dejó atrás

a lo inhallable.

Ese es mi tiempo.

Y viajo, portadora

de tréboles victoriosos,

por caminos de éter.

Descalza.

El inconmensurable

amor reunido

en el centro

solar

de una flor.

Démonos respiro.

Podríamos desfallecer

de tanto olvido, desintegrarnos

en el saludo áureo

del limón.

Habito un cuerpo?

Mi respiración habita

todo

lo habitable: la caricia

estremecedora de la lengua

de la vaca, el arco

de los pies

de los atletas, la nuca

tibia

del bebé en la hora

de su siesta, los mapas

de este viaje.

Habito el monte

de la luna, el monte

de venus, el médano

recién corrido por el viento.

Tu ojera negra de tribulaciones,

tu resplandaciente

lágrima.


Habito hasta el gorgoteo

de saliva

en tu garganta, estalactitas

lánguidas del hielo

del olvido, el surco

amable

del zapallo, el resplandor

del fuego enajenado

en el leño, la tibieza

prometedora

de la lana en tus medias.

Habito el alcance

milenario en la mirada

de la cabra, el roce

indescifrable del pez

con el agua, la burbuja

de silencio contenida

en todo

lo que es, la pulsación

del universo en cada una

de las yemas

de mis dedos, la luz

en los diamantes, la forma

brotando

de la idea, la música

emitida en el nacimiento

de la forma, el color

añadidura del brillo

de la idea.

Habito la orilla misma

de tu nacimiento y el mío

y aún, no tengo

cuerpo.

viernes, 25 de julio de 2008


Partitura


Partitura

Partición

Organo empírico

Fruto del diseño

destellante

Mantra del hambre

de lo pránico

sustancia en el puente

cielo de mi garganta

atribulada voz de la tribu

potente sonoridad

del Cristo

en el desierto.

Hubo una catacumba

de mandatos precisos

de terrores inmediatos

pero en el arrebato

de frecuencias más altas

cayeron las vendas

de mi ropaje y suspendidas

flotan en el éter

como si fuera en agua

esas gasas grisáceas

de mi mortaja

disparan un diseño

que libera

y abandono

el dígito la causa

abandono

el martirio el entramado

denso del alma las razones

y me suelto a la danza

de otra octava.

miércoles, 23 de julio de 2008



Lo inaudible.

La pastora extendió su rebaño

sobre el monte del cuerpo

y su mirada atravesó umbrales

del tiempo

arquitecturas primeras

estructuras dedicadas

al valor del vacío.






Sólo en el desierto

el templo es nítido.

Puerta virtual 

de pasaje álmico.

Proyección sonora

de lo inaudible.

 Reverberación del primer

 grito en la placidez

de la conciencia.





Lo innumerable


Cómo puedo dormir

cuando soy eso despierto

en el ojo del sueño

de Dios

mientras me sueña?


Cómo puedo creer

que estoy sola

cuando lo innumerable

que es

está en mí

y yo en él.

Despojada de mí

para siempre

sólo testigo iluminado

de los contornos

que no tienen fin.




Arde


Desataron los caballos


del miedo

y comenzó el caos:

palabra galopada.

Precipitación de genes

galopando

galopándome.

Furia de antecesores

dormidos,

conquistadores sin

párpados,

anhelando la gota

perlada de identidad.

Este azufre errante

este mercurio que sangra


sucede en mí.


Finalmente


yo soy la zarza


que arde.