lunes, 18 de agosto de 2008

El jardín del sueño


Trapecios en la curva

del aire

despidiendo mi vuelo,

diplomándolo.

Las patas de paloma

son pequeños corales,

sus ojos vacíos

como un instante de vértigo,

como chispas que escapan

de brasas todavía ardientes.



Escalinata del árbol:

en tu copa confirmo

octavas musicales.

Y los troncos dorados

como rocas

retiradas del espanto


que recuerdan el amanecer


en el desierto.



Miríadas de sables la mirada

del muerto

del que no amó la góndola

del cuerpo

del que dijo hasta luego

y era etéreo

del que sacó jazmines

del jardín del sueño

y repitió la toma

de película anónima,

gesto arquetípico-típico

de suburbio onírico:

arrancaba jazmines para ella

en Edimburgo, antes,

y en Cracovia, hace apenas un siglo.

Nunca dejó de hacerlo

ese rol siempre estuvo

cubierto

esa escena no se detiene

nunca:

una seriada del gesto

en un jardín virtual

y eterno.

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